Bichos inmensos, duros como el plomo y de una síntesis absurda, dos pelotitas, una mas grande que la otra y patitas invisibles de lo rápido que avanzan.
Recorrían toda la superficie de la habitación, en vertical y horizontal.
Se mataban fácil pero no morían rápido. Largaban un mar de dentro suyo con olas y espuma azul y seguían corriendo.
En su ultima agonía dejaban sus huevos donde hubiere caído su insignificante existencia.
Venían de África.
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